jueves

Quitan el trapo y sí lo ponen

Poner el trapo nunca fue misterio hasta que Lupe tomó uno de sus trapos habituales para limpiar el material de laboratorio y se quemó el dedo porque el trapo, SU trapo, había sido impregnado de un ácido desconocido que de inmediato empezó a hacer efectos en su dedo hasta llegar a su brazo.

Lupe se espantó, más que por el dolor, por las preguntas que le hacían. La llevaron al servicio médico y la atendieron como es debido. Igual pensó que perdería el dedo o algo así.

Cuando Lupe estuvo bien, regresó al laboratorio y entonces inició la investigación de quién había dejado el trapo. ¿Quién puso el trapo? ¿Quién lo llenó de ácido?
Ah, pues ¡la becaria! ¿no? porque ella siempre toma material (nunca sin pedir permiso y siempre aclarando la cantidad del mismo y además siempre lava sus frascos antes de entregarlos al laboratorio).

La que sugirió que quizá pude ser yo fue Ana. Nadie quiere a Ana y ella no quiere a nadie. Pero de todo esto me enteré cuando ese mismo día, en la tarde subí a dejar material. –Sube a aclarar las sustancias que usas en tus pruebas, porque ocurrió un accidente y como usas peróxido, quizá se malentienda. Eso me dijo Nancy. Y eso hice.

Pus todos saben que no fui yo. Y mi jefa lo sabe, y los ingenieros, lo saben, lo saben. Y además, las chicas de laboratorio también piensan que fue Ana. Y no se lleva bien con Lupe. Y como aquí está su pendejota becaria a la que pueden culpar porque es nueva y no sabe lo que hace ¡tómala!

Pus ni meeergotas. Yo no me dejo y sé hablar y defenderme de una quimico analista que no sabe ni escribir los reportes que me hace por un pinche frasco mamón.




Minibiografía de Ana:


Lleva peleando años por el puesto de Jorge pero ella no sabe inglés, ni tiene la capacidad de ser Jefa de Laboratorio. Es amiga de la jefa de Calidad y de mi jefe.
El día del accidente, Ana había ajustado el pH de una sustancia con ácido sulfúrico. Lo dijeron las otras muchachas, pero nunca se confirmó.



Conclusión: Sólo nos queda comernos el pan para el susto.

3 comentarios:

tamalderajas dijo...

Lo que nadie consideró, es que el trapo haya cobrado vida por sí mismo e iniciado una campaña de venganza contra los humanos, que siempre lo traen cacheteando las banquetas, los trastes y hasta las mesas.

Ojo, porque en cualquier momento nos caemos de la cima de la cadena alimenticia.

Anónimo dijo...

Soy Ana.
Tú sigues, pinche vieja melindrosa.

Bestia buena dijo...

Perra.