lunes

Ara Casas Broda

La primera vez que vi las fotos de Ana Casas Broda en el taller de fotografía (donde igualmente anduve escultureando un rato) lloré, sin más, sin pena, rabiando por algo tan simple como una abuela muerta o nomás por lo que estaba viendo: Ana abrazada a su abuela, ambas desnudas y la tibieza del blanco y negro deambulando en la foto.

Mi abuela se llamaba Trinidad y no estoy segura si María Trinidad o solamente Trinidad. Tenía las mejillas más rosadas del mundo, sí, llenas de arrugas, pero lozanas, un rostro limpio y unos ojos grandes. El lóbulo de la oreja lo tenía rasgado por un accidente con los enormes aretes que usaba. E
 
Íbamos en las tardes por agua de alfalfa, y con las bolsitas verdes caminábamos de la casa al mercado y del mercado al tianguis. Yo cargaba las bolsas del mandado y a veces me compraba un dulce o dos, no más porque Trini casi no tenía dinero, vivía de lo que los tíos le daban. Todo esto pasó en la calle Jesús Almanza, por el metro Tepalcates.
   
Todo esto lo digo, desde bien adentro, desde la vez que vi a Trini como muy muerta, como muy sin ella, como muy en mí. Ya deja de llorar, de todos modos ya se fue. Me lo dijo un primo. Pero llorar era lo único que me quedaba.
   
La vi por ultima vez y le platiqué de babosadas de la secu, que tenía una amiga o que ya no la tenía porque me había besado con su novio, que saqué ocho en inglés porque no había entregado tareas y que todos los profesores me odiaban por odiarlos. Le dije también que yo la quería ver sana y que si se le ofrecía algo de la tienda. Me despedí de Trini diciéndole que la quería y que volvía la otra semana.
  
No volví.
   
Tenía quince años cuando murió y yo no paraba de estar junto a la cama como esperando lo que todos esperamos de los muertos: que no lo estén tanto y que nos den un segundo más.
   
Regresando del funeral me puse muy borracha. Tomé el tequila de mi padre y empiné la botella. Lloré más. Después me quedé dormida. Llegaron mis padres, vieron la botella, la guardaron. Nunca me regañaron.

Los muertos. Qué tan pronto se olvidan de los muertos.


Vi esta foto en el taller de fotografía:







Trini:

te canto desde todas las tristezas

a las que a veces les pongo tu nombre


  

2 comentarios:

el_gueres dijo...

Esta muy chida la foto y muy chido el blog, la forma en la que te expresas de tu abue trini me parecio muy chida... sigue asi, expresate de la forma que siempre lo has hecho que la verdad se te da.

Fernanda Pérez-Gay Juárez dijo...

Qué bonito y qué triste guapa. No todos nos olvidamos de nuestros muertos. Justo estaba pensando en escribir un post sobre mi abuelo en mi blog. Tal vez lo haga pronto. Besos.